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¡Por favor, qué arrugas tengo…!

Con el paso de los años, al igual que sucede con el resto del organismo, la piel empieza a presentar signos de envejecimiento. Lástima, es un proceso irreversible, pero la dermocosmética nos ofrece diversas alternativas para mitigar signos de la edad como sequedad, arrugas y manchas.

¿Sabías que la piel es un órgano? recubre la totalidad de nuestra superficie corporal, es el más extenso y supone aproximadamente un 6% del peso total del individuo. Aparte de envolver a nuestro organismo, la piel desempeña múltiples funciones: actúa como barrera protectora, regula la temperatura corporal y es la receptora de las sensaciones de tacto, dolor y presión. La piel tiene 3 capas bien diferenciadas: epidermis (la más superficial), dermis (la media) e hipodermis (la más profunda, conocida también como tejido subcutáneo).

El envejecimiento de la piel es mayor o menor dependiendo de un conjunto de factores. Nuestra propia genética es fundamental, aunque situaciones de estrés, de excesiva exposición al sol o la contaminación y los cambios bruscos de temperatura, entre otros, aceleran el proceso. Con el paso de los años, la capa externa de la piel se adelgaza hasta un 15%. La cantidad de melanocitos disminuye y los que quedan, aumentan de tamaño fabricando melanina de forma irregular, por lo que pueden aparecer manchas pigmentadas en las áreas expuestas al sol. El tejido conectivo sufre importantes cambios, que disminuyen la resistencia y elasticidad de la piel. Los capilares sanguíneos de la dermis se dilatan y se vuelven más frágiles, dando como resultado arañas vasculares y equimosis. La capa de grasa subcutánea que facilita el aislamiento también se adelgaza, reduciéndose así su capacidad para mantener la temperatura corporal. Además, como las glándulas sudoríparas producen menos sudor, las personas mayores cuando se enfrentan a altas temperaturas tienen un riesgo mayor de hipertermia o de insolación. Por todos estos factores, las alteraciones de la piel, tanto las malignas como las benignas, se hacen más frecuentes a medida que envejecemos.

¡Por favor, qué arrugas tengo…!  Las arrugas son surcos que se forman como consecuencia de una serie de cambios que se producen en la piel. Por un lado, el tamaño de las células de la dermis disminuye, así como la presencia de grasa y agua; la piel se torna más seca y áspera. Asimismo, la elastina y el colágeno sufren alteraciones y, en consecuencia, la dermis pierde consistencia y elasticidad. Como resultado de todo ello, en las zonas en que los gestos de la cara son más frecuentes se forman las llamadas “arrugas de expresión”. Se localizan fundamentalmente en la frente, en el ángulo externo de los ojos y alrededor de los labios. En cambio, las arrugas que se forman a los lados del mentón o en el cuello se denominan “gravitacionales” y son producto de la flaccidez de los tejidos sumada a la acción de la gravedad. Dejando a un lado el hecho de que el envejecimiento está en gran parte determinado genéticamente y poco puede hacerse en este sentido, sí que es posible retrasar sus efectos de una manera importante. Para ello, además de proporcionar a nuestra piel determinados cuidados específicos, deberemos evitar ciertos factores que aceleran la aparición de arrugas como la exposición excesiva al sol o a la contaminación ambiental, el consumo de tabaco y de alcohol, el nivel de estrés y también controlar el tipo de alimentación. Estos cuidados no deben empezar cuando nuestra piel presente ya claros signos de envejecimiento, sino mucho antes. Hemos de ser conscientes de que cada edad y cada piel necesitan una atención determinada y que desde la propia adolescencia se debería empezar a procurárselas.

 Cuidado antiarrugas: Los especialistas consideran que la edad ideal para iniciar el uso de cosméticos específicos antiarrugas se sitúa hacia los 30 años, aunque esto dependerá naturalmente de cada tipo de piel, y el modo de vida que se lleve. Los productos antiarrugas se formulan con múltiples principios activos.

¿Los mas conocidos? Colágeno y elastina. Otros activos bastante comunes son los alfahidroxiácidos, cuya aplicación borra las marcas superficiales y atenúa las más profundas; derivados de la vitamina A como el retinol-A o el retinaldehído; la coenzima-Q10 (que se utiliza como antioxidante); la vitamina C (que reduce la cantidad de radicales libres) y la E (que mejora la vitalidad de las células de la piel), a veces en forma de precursores que mejoran su estabilidad. La mayoría suele contener también alguna sustancia exfoliante para eliminar las células muertas y, en muchos casos, componentes reductores que contribuyan a retardar la hiperpigmentación de la piel.

Los laboratorios no paran de investigar la mejor forma de ralentizar el envejecimiento de la piel. Cada vez parece más evidente que es un proceso que podemos retrasar, puesto que algunos especialistas aseguran que la edad fisiológica de la piel está condicionada solo en un 25% por la genética. El 75% restante es esencialmente debido a nuestro estilo de vida. Un estilo saludable consiste en cuidar nuestra alimentación, evitar el tabaco y el alcohol, hacer ejercicio físico moderado, protegernos adecuadamente frente al sol y agentes externos, dormir las suficientes horas, etc.

Cuidados para cada edad. El uso de productos adecuados a cada edad y tipo de piel es útil para llegar a la madurez con una piel fresca y sin arrugas. Pero el empleo de estos cosméticos ha de ir acompañado de otros gestos:

  • Una buena limpieza diaria de la piel, para eliminar cualquier resto de suciedad, maquillaje o células muertas.
  • Una vez por semana, esta limpieza se complementará con algún peeling mecánico.
  • Una protección solar adecuada también es fundamental. Los excesos de sol son la principal causa del envejecimiento cutáneo, así como de la aparición de manchas en la piel, sin olvidar su papel indiscutible en la etiología de los cánceres cutáneos.
  • La dieta es fundamental para mantener una buena función antioxidante. Es recomendable una alimentación que contenga importantes cantidades de frutas y verduras.
  • Beber en abundancia y mantener un peso adecuado.
  • Los complementos nutricionales como vitaminas y antioxidantes pueden ser de gran ayuda, sobre todo en personas cuya dieta presente deficiencias en este tipo de micronutrientes.
  • El ejercicio físico, practicado de manera regular y de forma adecuada, asimismo, es beneficioso.

Desde Farmalegra estaremos encantados de orientarte en tus necesidades.

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